sábado, 27 de abril de 2013

La alegría creativa no tiene barreras, salvo las de El País

Ni a Orson Welles se le hubiera ocurrido.
Hoy hay varios temas en cinefobia(s) aunque todos tienen que ver con ese montón de papeles (y actualmente, páginas web) que un día fue un diario dispuesto a cambiar, a mejorar, la dinámica cultural de este país que salía de una dictadura que le declaró la muerte a los intelectuales. Hoy este periódico es un fantasma de aquel. Vendido por completo a multinacionales y lleno de noticias-trampa para pescar compradores, El País sigue intentando de vez en cuando jugar en la liga de la cultura. Algo de lo que nunca ha renegado formalmente, aunque sólo hace falta ver su parrilla de noticias. Así, esos periódistas que normalmente hablan de los bombazos de Hollywood o de series de televisión, de vez en cuando se ven obligados a escribir penosos artículos sobre el terrible devenir de la cultura en España, cuando ellos son, sino culpables, sí imprescindibles colaboradores. Todo lo que sigue a continuación es un poco anárquico, porque fue construido a lo largo de muchas horas, desde la medianoche de ayer y fue creciendo según salían nuevas informaciones, a cada cual más ofensiva para el lector cinéfilo.

Hay días que el festival de Málaga me da pena. Me dan pena sus responsables. Me dan pena los directores españoles que van allí con sus películas, mejores o peores, con toda la buena voluntad del mundo. Es gente que hace lo que puede, algunos equivocados, como ayer, el caso de Gracia Querejeta. Pero no es culpa suya estar condenados a morir en la orilla, por unos medios de comunicación inoperantes, sin política cultural alguna, entregados a la depravación cultural más básica. Los directores seguramente llegan a Málaga con ganas de hablar de sus películas, de lo que pensaban mientras las hacían y todo eso. Y luego llegan las preguntas, que si cómo fue trabajar con Penélope Cruz, que si quieres ir a Hollywood, que si Málaga es una ciudad preciosa. Me lo imagino. Miren la foto de aquí al lado. Salió en la portada de la sección de cultura en la edición digital durante el día de ayer. «Resistencia creativa frente al IVA». ¿Y qué es eso tan creativo? Pues convertir «la serie 'Todas las mujeres' en una película». Ese es el nivel al que se tiene que enfrentar un director de cine en este país. A que le hablen continuamente de anécdotas y de tonterías para sacar algún tipo de titular que ellos entiendan. Digo ellos, los periodistas, porque suelen tener una concepción de sus lectores muy baja: «eso el público no lo entiende». No se engañen, son ellos los que no entienden.

El artículo a mi me parece de un nivel de blog de tres al cuarto (nivel cinefobias), porque pese a ser un resumen de la rueda de prensa está lleno de ridículas e innecesarias valoraciones, y encima cuenta con la complicidad de los responsables del film, que en lugar de decir que lo de transformar la serie en película es lo de menos, están encantados de explicar todo el proceso.

Pero luego sigue, sin otro interés más que el publicitario: «Esta vuelta de tuerca a la película es algo así como una búsqueda de nuevos recursos creativos en estos momentos de incertidumbre a los que se ha lanzado a degüello Mariano Barroso. Con un guión y unos buenos actores todo se puede hacer». No ha explicado ninguno de esos recursos creativos, ni los explicará. Qué más da. Lo creativo es convertir series en películas (y viceversa). O también «la última aventura teatral que ha dirigido el realizador, Recortes, junto a Alberto San Juan y Nuria Gallardo» de la que tampoco se dice nada salvo que tras su éxito por Madrid, irá de gira por España. A lo mejor se refiere al éxito en taquilla. A saber, siendo El País, todo es posible. Citando a Barroso, añade: «No saben que cuanto más suba el IVA mayor será la resistencia artística. La alegría creativa no tiene barreras». Ya ven, toda la semana atacando al gobierno por lo de los impuestos y ahora viene Barroso y se quema a lo bonzo. «Ahora nos damos cuenta de la democratización del cine, que con una pequeña cámara uno puede hacer lo que quiera porque siempre encontrará actores con ganas de trabajar en su oficio». Y esto es cierto, pero lo dice Barroso con la seguridad de que siempre tendrá más medios que uno de esos que ruedan con una pequeña cámara.

De todas formas, a mi lo que más me gusta de todo es el cierre: «De momento, ya ha sido solicitada por varios festivales internacionales». Ya veremos, ya.

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Acabando esta entrada, me llega la noticia del palmarés del festival de Málaga con victoria de 15 años y un día, esa arriesgada película de Gracia Querejeta rodado con todo lo aprendido en un medio tan dado a la experimentación como es la televisión (la de Telecinco, específicamente). Pero las vencedoras morales quizás fueron otras, como Ayer no termina nunca, que se lleva cuatro premios: el premio especial del jurado, fotografía, montaje y mejor actriz para Candela Peña, aunque este último ex-aequo con Aura Garrido, por Stockholm, la película realizada, gracias al crowdfunding, por Rodrigo Sorogoyen.

Mención aparte merece el premio a mejor actor para Mario Casas por poner acento andaluz en La mula. Dentro de veinte años, si este festival sigue existiendo (cosa difícil de creer), se homenajearán a sí mismos diciendo que fueron los primeros en premiar a este excepcional actor.

El jurado de la crítica estaba presidido por el infame Andrés Arconada, conocido por ser el crítico de cine de Federico Jiménez Losantos. Ahí es nada. Su elección ya nos pone sobre aviso del nivel de la película. Fue, cómo no, 15 años y un día. También hicieron una mención a Stockholm, así que ojo.

El premio a mejor documental es para All'ombra della croce, del director italiano Alessandro Pugno. Estuvo en el Festival Punto de Vista, uno de los pocos (¿el único?) en España que defiende sin condiciones otras formas alternativas de cine español, sin confundir a nadie. Películas mejores o peores, pero una línea clara e inconfundible. Oirán hablar de esta película, porque trata sobre el Valle de los Caídos, ese «bello» mausoleo que nos dejó Franco. Material de primera para El País, El Mundo y otros buscadores de morbo.
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Hablando de festivales, viene otra noticia totalmente extravagante en El País titulada Míster Marshall no es bienvenido. El artículo trata sobre la falta de películas españolas en los festivales internacionales. Vuelvan a leer el título, que da muchas pistas de lo que piensa El País sobre el tema: la culpa es de los propios directores españoles, que no quieren ir al extranjero. Tremendo.

Si leen el blog habitualmente, sabrán que lo que yo pienso es que si el cine español no tiene éxito no es por falta de calidad general. Hombre, mi opinión sobre el cine español, en general (porque hay multitud de excepciones), es que no es muy bueno. Pero en fin, que el éxito mediático no depende de ser bueno o malo. Si fracasa el cine español es por la desprotección total que sufre por parte de las instituciones y el ataque sistemático al que se ve sometido por los medios de comunicación. Eso en el mejor de los casos, porque siempre generará debate. Lo peor es el silencio hacia los creadores más independientes, siempre tratados como anécdotas casuales, a los que se les dedica un articulito cada dos años. Y ya es mucho.

El texto de El País comienza diciendo que este año no habrá ninguna película española en Cannes, quitando al burgalés Diego Quemada-Díez, con una película mexicana. Luego cita, casi con tristeza, que en la Semana de la Crítica tampoco habrá representación, pese a que el año pasado ganó Aquí y allá de Antonio Méndez Esparza. Y enlaza una entrevista a este director, en lugar de poner la vergonzosa crítica de Javier Ocaña, que define perfectamente el tipo de información cultural que da El País y por qué está como está el cine español, que se resumiría de la siguiente manera: cuando una película es comercial, es honesta, directa y apta para todos los espectadores; pero cuando un filme tiene algún tipo de exigencia, es autoindulgente, tedioso y sospechoso de querer venderle la burra al espectador. Lean el texto de Ocaña y quédense bien con el final. No lo analizo más, porque un poco más abajo ya le zurro suficiente a este crítico.

El texto continúa con una enumeración de los recientes logros en Cannes, empezando por El sol del membrillo de Víctor Erice (ese anónimo según Boyero). Y luego, claro, hay que citar a Almodóvar, el enemigo de la redacción. Y fíjense cómo lo hacen. Citan las tres películas que se llevaron honores en Cannes, pero luego dejan bien claro que las dos últimas se fueron de vacío. ¿Por qué hablar de películas que no ganaron nada cuando al principio del párrafo sólo se pretendía glosar aquellas que sí lo habían conseguido? Pues porque duele citar para bien a Almodóvar, ese que desafió a El País, que está en guerra permanente contra Borja Hermoso y Carlos Boyero. Raro es que no citaran la no participación Los amantes pasajeros... Fíjense que a continuación citan un bodrio (opinión personal, claro) como El laberinto del fauno diciendo que «solo obtuvo buenas críticas». Ya ven, con el cine comercial pseudohollywoodiense no caben más cosas que la genuflexión total. En 2009 dicen que participó Ágora, el disparatado (y penoso) peplum de Amenábar, pero se olvidan de que también estaba Isabel Coixet con Mapa de los sonidos de Tokio. Más aún, citando el palmarés de 2010, hablan antes del premio a mejor actor a Javier Bardem que la Palma de Oro, que era una coproducción española. Sobra decir que Bardem es uno de los hombres-anuncio de El País y a la mínima que hay en la red algún tipo de rumor sobre el actor, el diario ya le da valor de noticia. Vean cómo se emocionaron con esta «noticia» hasta el punto de hacer una redacción distinta para la edición impresa. Luego resultó que todo era especulación y tres meses después el proyecto se fue a pique, pero El País ya lo vendía como «'La torre oscura' de Javier Bardem». A un simple rumor le dedicaron más espacio y protagonismo que a una Palma de Oro parcialmente española. Y luego dicen que Mister Marshall no es bienvenido. En la redacción de El País desde luego sí que es bienvenido, Mister Marshall y el tío Sam.

¡La directora del ICAA habla de sí misma en tercera persona!
Luego, tras enumerar otros festivales, donde como siempre hay muchos olvidos interesados, para defender solo una idea de cine, que es lo que quiere El País, llegamos al momento estrella del artículo, que son las declaraciones de Susana de la Sierra, directora del ICAA, o eso dice. Miren cómo empieza: «“Si miras otros festivales mundiales, descubrirás bastantes películas y premiados españoles, como en el último BAFICI [el certamen de cine independiente de Buenos Aires se cerró el pasado sábado con tres premios a españoles]”». Yo supongo que esos corchetes forman parte de una aclaración de El País. Lo ponen como si fuera de conocimiento general que hay un festival muy importante en Buenos Aires y que allí sí se premia cine español. Y ustedes se preguntarán, ¿cuál es el interés del antiguo diario independiente de la mañana en ese cine? Pues ninguno, claro. El más absoluto silencio. Lean la primera nota de esta entrada. Recuerden cómo se celebraba que esa serie transformada en película fuera solicitada por varios festivales internacionales. No citaba ninguno, porque había que vender que estábamos ante algo prestigioso, diferente, creativo. Pero un cine que pese al desprecio institucional, pese al desprecio de los medios de comunicación, se cuela en festivales internacionales y consigue premios, bah, ese nada, qué más da, si son películas que no verá nadie. Eso es la cultura para El País. La cultura para nuestra directora del ICAA (tendrá una entrada aparte, porque se lo merece). Miren lo que dice al final: «Es cierto que en esa línea los programadores de todo el mundo nos reclaman películas como La plaga, de Ballús; Mapa, de Simiani, o Los chicos del puerto, de Morais». ¿Y Todas las mujeres de Mariano Barroso no se la han pedido? ¿Y 15 años y un día de Gracia Querejeta? ¡Qué sabrán estos programadores! Mira que pedir esas películas raras que no conoce ni dios, incluso una de «Simiani» (así escrito a las 13:15, a ver si lo editan), ese que perdió en los Goya.

Eso es lo que le interesa el cine español a El País. Es simplemente una oportunidad de negocio. Si no entras en ese juego, no existes.

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Ayer fue día de estrenos, así que en El País hay un montón de textos publicitarios de sus mercenarios. Por supuesto, lo único que huele mínimamente a cine de autor (la película de Isabel Coixet) es masacrada, cómo no, por Javier Ocaña (ya les amenacé antes con su regreso), ese crítico que decía que no le gustaba el estilo Boyero y que una vez a la semana sale de la jaula donde le tiene encerrado la dirección del periódico para escribir sobre las películas que nadie quiere. La crítica de Ayer no termina nunca es penosa, y encima tiene la desfachatez de comenzar con varias citas a un artículo de Coixet para reírse de ella. Las citas encima están sacadas completamente de contexto, ya que pone la siguiente frase «aunque el cine esté muerto, los cineastas vamos a seguir bailando» que, referido al cine de la catalana puede parecer una cursilada, pero en el artículo viene de una referencia a Bad Lieutenant: Port Call of New Orleans, la película de Werner Herzog donde un Nicolas Cage a tope de drogas veía muertos bailando break y les volvía a disparar. ¿A que cambia la cosa? Pues miren cómo cierra «la autora se ha aplicado el cuento de aquel artículo (“aunque nos pongan a parir”), y eso es magnífico. Coixet, desde luego, sigue bailando». La pena, Javier, es que tú sigas escribiendo.

Boyero, por su parte, hace una defensa moderada de Combustión (#aupacalparsoro) que como siempre en este peculiar periodista, no hay quien se crea. Se levantó con ganas de que le gustase y claro, le gustó. Vean lo que dice: «El director Daniel Calparsoro parece sentirse a su aire con esta historia de sentimientos broncos, situaciones extremas, actitudes complejas, desgarro y violencia. Y no es un impostor ni sigue una moda. Es lo que lleva contando con mayor o menor fortuna desde su primera película». Cosa que puede tener parte de verdad, aunque si Calparsoro es honesto y no sigue ninguna moda porque lleva haciendo lo mismo desde siempre, ¿por qué este opinador profesional tacha de timadores e impostores a Manoel de Oliveira (al que incluso deseó la muerte), Tsai Ming-liang, Pedro Costa (del que dijo que merecía una querella criminal... aunque al final fue Boyero quien consiguió una) y tantos y tantos otros? ¿Ven como los argumentos, ni siquiera las opiniones de este opinador se sostienen por ningún lado? Y luego añade: «Alguien muy informado me comenta que la principal referencia de Combustión es la serie de películas de Hollywood titulada A todo gas. No he visto ninguna». Lo que deja muy claro de lo informado que está Boyero de las modas y de las imposturas. No está informado ni de las suyas.

Cierra de la siguiente manera: «Y Adriana Ugarte, que no es un pibón, despliega una sensualidad y un poder de seducción muy creíbles». ¿Qué sería de Boyero sin alguna palabrita de la jerga común, él tan rebelde, tan a contracorriente? Su escritura zafia, barriobajera, se presta a ello.

También se ha estrenado Iron Man 3 y, cómo no, la crítica la escribe Jordi Costa. Ese crítico que siempre quiere hablar de películas independientes, de cine de autor, pero jopetas, qué mala suerte, al final le tocan blockbusters. Ya saben que para él todo el cine es lo mismo, desde un video de Youtube a una película de trescientos millones. El problema es que casi toda su producción son textos sobre estas últimas. Y tan pancho. Para mi, el mayor mérito de este crítico es que suele abordar las películas de manera respetuosa. Esto no debería ser un aliciente, pero visto el nivel de su periódico, hay que valorarlo. Hace casi siempre el mismo discurso post-todo, pero eso es mejor que la batería de descalificaciones y lenguaje soez de sus compañeros de redacción.

Su crítica de la película de Shane Black se titula 'Mascletá' de ingenio, precisamente lo que no tiene él. Lo de mascletá imagino que es por las explosiones. O quizás por la fiesta y el folclore. O por la corrupción valenciana. A saber, no lo explica. Porque Costa nunca explica nada, únicamente hay huidas hacia adelante. Todo es posmoderno, así que todo se mezcla con todo. Cada vez más referencias e ideas, sin explicar ninguna, incluyendo una cita a Pauline Kael que solo entiende él y los «puestos» en el tema. Es muy habitual, de todas formas, eso de soltar nombres, porque sí. También dice «La película está plagada de ideas brillantes» y pone dos puntos. Y yo pensando, bueno, por fin, le queda solo un párrafo, pero a ver... «desde las alusiones a Los vengadores como foco de los ataques de pánico de Stark hasta la verdadera naturaleza del villano encarnado por Ben Kingsley». Y yo aquí me quedé un poco con cara de tonto, porque lo brillante no sé si es que se aluda a Los vengadores (espero que no sea eso) o alguna alusión determinada, que al no ser nombrada no puedes saber si es brillante o no. Imagino que Costa piensa que es más importante hablar del pasado de Shane Black (que puede ser interesante, pero no fundamental) o citar a Pauline Kael, antes que plasmar en el texto algo de lo que sale en la película. Porque al fin y al cabo, como ocurre con casi todos los textos de Jordi Costa, podría ser sobre Iron Man 3 o sobre cualquier otra cosa. Podría analizar su otra crítica sobre una película danesa, pero dado el reducidísimo espacio que tiene tampoco voy a hurgar en la herida.

Si les ha gustado la crítica de Iron Man 3 de Jordi Costa de el País (que puede ser, espero que no se fíen nunca de mi opinión), pueden seguir con la crítica de Fotogramas, que también escribe. Ya ven lo ecléctico que es. Podría hablar bastante de ese texto, pero, de nuevo, es tan pequeño, que no merece la pena. Quédense con lo de la «falibilidad del superhéroe» como «idea estimulante». Y yo me pregunto, ¿hay alguna película de superhéroes que no tenga esa «idea estimulante»?

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La posmodernidad era esto: reflexionando sobre el cine de Jean-Luc Godard.
En El Mundo, Luis Martínez tiene más espacio para hablar sobre Iron Man 3. No voy a analizar la crítica, que no he leído, porque antes quiero ver la película. Me he leído la de Costa, porque conociendo al crítico ya sabía que no iba a contar nada que me molestase el visionado. Pero aún así, he mirado la introducción y hay algo que rescatar. Voy a citar todo el primer párrafo, solo para que no tengáis que pinchar el enlace (dándole visitas a El Mundo) y leerlo. Dice: «Empecemos por retener un nombre: Shane Black. Él es el que firma la última entrega de 'Iron man', la tercera oficial y la cuarta (si incluimos 'Los Vengadores') de manera oficiosa, y, para evitar suspicacias innecesarias, nos cae bien. Suyos son los guiones de 'Arma letal', obra cumbre del peinado ochentero 'mullet', y en su corta carrera como director figura ese sorprendente delirio, entre la parodia y el simple frenesí, titulado 'Kiss kiss bang bang'. Para lo muy cafeteros, recordar simplemente que su anatomía desmadrada hacía acto de presencia delante de la cámara en, por ejemplo, 'Depredador'».

¿Por qué cito esto? Porque luego dice: «Más sencillo, no es familiar de Godard». Así, un párrafo con esa frase únicamente. Y ahora, pensarán que me lo estoy inventado. Aquí les dejo de nuevo el enlace por si no me creen. Yo tampoco me creería, pero es verdad. O quizás es cosa mia, que tengo el cerebro tan podrido de leer a esta gente que ya soy incapaz de comprender su forma de pensar.

Yo creo que este crítico debe escribir desde hace tiempo bajo los efectos de alguna droga. Comprensible, porque debe ser la única manera de escribir en El Mundo sin tener tendencias suicidas.

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El Festival D'A de Barcelona ya ha empezado y con él las inevitables crónicas. En ese aparato de propaganda del poder que es La Vanguardia, hay comentarios extensos de Jorge Mauro de Pedro. A mi siempre me ha parecido un mal crítico y peor escritor. Su texto más que ser un comentario crítico de cine parece la consulta del psicólogo. Vean esta sentencia: «À perdre la raison, de visión obligatoria para todos aquellos hombres que presumen con demasiada ostentación de amar a sus mujeres».

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Muy interesante artículo de Manuel J. Lombardo sobre el caso Alta Films, donde se analiza su decadencia más allá de la coyuntura económica. Estoy muy de acuerdo: el problema de la distribución de cine de autor en España es que ha ido adoptando una óptica de mercado, buscando la rentabilidad máxima. Algunos pueden pensar que es lógico, porque es un negocio y hay que sobrevivir. Pero como dice el propio artículo, González Macho captaba fondos europeos por la promoción que hacía estrenando cine europeo. Pero en lugar de elegir un cine europeo que respondiese a un interés cultural ajeno a las modas y los vaivenes del mercado, prefería tirar por ese cine enlatado y académico que aspira a conseguir la nominación al Oscar a mejor película extranjera y, de no hacerlo, al menos alguna candidatura a los premios del cine europeo.

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Pornografía por todos lados. Especialmente en ese contenedor de basura que es El Mundo.

3 comentarios:

  1. Precisamente lo que más me gusta de las críticas de Costa es el name-dropping: casi siempre es disparatado y uno no sabe con qué aspecto particular de la película lo relaciona, pero ya he descubierto varias cosas interesantes gracias a ello. A menudo cita cosas que no conozco y que tienen su aquél.

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    1. Bueno, es cierto que siempre te pueden llevar a descubrir cosas que no conoces. Personalmente, a mi su discurso me parece tan automático (siempre la misma fórmula y el mismo esquema) que al final ni me intereso. Pero bueno, sin duda es de lo mejor de El País y ojalá escribiese todas las críticas.

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    2. Si el esquema-El-País tiende a la jeremiada tipo Boyero, creo que Costa está más cerca de la cháchara de sus compis en Fotogramas: el encadenamiento de conceptos abstractos uno detrás de otro, como una ristra de chorizos, para dar una sensación de profundidad -cuando no está diciendo nada.

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