sábado, 31 de agosto de 2013

El / nuevo / viejo / otro / cine / español / catalán / gallego

¿Cuántos lectores pierde El País con esta basura?
Regresa el colegio y regresa cinefobias. El verano es un tiempo terrible para escribir sobre cine. Los medios se llenan de frivolidades y anecdotarios, de listas y retrospectivas sobre lo mismo de siempre. Y, aún peor, cada periódico tiene su suplemento veraniego donde se mezcla el wagneriano festival de ópera de Bayreuth con entrevistas a Georgie Dann. El peor de todos en ese sentido es el de El País, llamado Tentaciones, dejando claro su naturaleza diabólica. Otros años escribía ahí Buenafuente y gente de ese pelaje. Este verano me he mantenido alejado, así que no sé con qué (n)os han martirizado. Ojeando en la web, en el blog Versión muy original hicieron un Cine Club de Verano, donde cada entrada gira alrededor de un tópico veraniego (la piscina, el bikini, el Caribe, el surf, etc...).

Lo único que agita algo el verano cinéfilo es la celebración del festival de cine de Locarno, un certamen que ha ganado en interés desde que entró en su dirección Olivier Père, antiguo director de la Quincena de los realizadores de Cannes. Desde el cambio, la Quincena se ha convertido en la Segunda división B de Cannes y Locarno no ha hecho más que crecer, mezclando bastante bien (bueno, más o menos) la visita de estrellas de Hollywood y sus blockbusters veraniegos con un cine de autor que realmente necesita los festivales de cine para promocionarse. El festival ya no lo dirige Père, pero su legado permanece (como en Donostia, donde el director ya no es Olaciregui, pero su legado -o su maldición- permanece). Este año se le ha prestado algo más de atención, porque había varias películas españolas. Bueno, algunos medios le prestaron más atención, porque El País se limitó, como siempre, a ofrecer una mirada sesgada e interesada del certamen. Primero, Elsa Fernández Santos dedicó un artículo a hablar de El futuro de Luis López Carrasco, aunque sin comentar el resto de películas a concurso, ni siquiera las españolas. Diego Galán se leyó el artículo (y algún otro que encontró por internet) y decidió que sería el motivo de su columna semanal, en lugar de dedicarse a divagar sobre el fin del cine tal y como lo conocemos, que es lo que suele hacer cuando no tiene tema a la vista. Si leen la entrada, seguramente se cuestionarán si ha visto la película. La siguiente frase presenta dudas: «ha despertado lógicamente la curiosidad de los cinéfilos». Utilizando la tercera persona, parece que no se incluye entre los que la han visto, pero ese lógicamente debería señalar que como la película es buena, es evidente que despierte la curiosidad. Sea como fuere, la verdad es que no destaca absolutamente nada de la película más allá de que fue hecha con poco dinero. Y encima tiene el morro de aventurar que esta precariedad económica «no surja solo como consecuencia de las restricciones económicas sino como respuesta moral al desaguisado de nuestra época». Hombre, no sé qué pensará Luis López Carrasco de esto, pero imagino que no le hubiese importado rodarla con mayor tranquilidad, y olvidarse de martiriologías de los cronistas. Respuesta moral, eso suena a homilía vaticana.

Pero mejor aún es la tercera «crónica» (si a las otras dos se le puede llamar así) que el antiguo diario independiente de la mañana dedicó a Locarno. La escribe Rodrigo Carrizo Couto y sirve de ejemplo perfecto de la desorientación total de El País en lo que respecta a una línea editorial clara. Y no hablo solo de cine. El artículo trata sobre un documental acerca de Christophe Blocher, controvertido líder político suizo, contrario a la llegada de inmigrantes balcánicos y musulmanes. En mi opinión, El País escogió este artículo por su valor político. En este periódico, los documentales suelen ser tratados como noticiarios que se estrenan en cine y nos alertan sobre los males del mundo (Michael Moore, Al Gore y todo eso), así que de vez en cuando aparece un artículo sobre un documental que se pasó en algún lugar que trata un tema muy importante. En este caso, Suiza, los bancos, la política racista europea, la inmigración, etc... Todo muy comprometido y coherente con un periódico que se dice progresista (o se decía, vaya usted a saber lo que es ahora mismo).El artículo no termina ahí, sino que bajo el título de Estrellas en el lago Maggiore enumera la lista de estrellas que van al festival. Una lista donde están desde Jaqueline Bisset y Victoria Abril a Otar Iosseliani y Werner Herzog. Todos premiados por el festival, aunque hace bien en señalar que en el caso de Abril, el premio lo otorgaba una marca de champán. Y por último, habla de las películas más destacadas (según el cronista, aunque el diga que son las que han dado más que hablar) del certamen, Short Term 12 y Gabrielle. La primera sobre adolescentes problemáticos y la segunda, una historia de amor con personas con un handicap (supongo que físico o intelectual, no lo explica). También habla de la mexicana Los insólitos peces gato, de la que no dice nada por los draconianos límites de caracteres de los diarios (imagínense la cantidad de frivolidades veraniegas que incluyó El País en esa edición). ¿Echan algo en falta? Quizás el resto de películas españolas, que eran dos: la catalana Historia de la meva mort, de Albert Serra, y la gallega Costa da morte, de Lois Patiño. Yo no sé si es que El País no los consideraba españoles de pleno derecho (como ya hizo Gregorio Belinchón en Cannes con Diego Quemada-Díez) o que realmente les importaba un rábano y el artículo de El futuro estaba allí porque Elsa Fernández-Santos era amiga del director, pero la realidad es que no hubo noticia sobre esas dos películas. Las dos ganaron un premio. Ojos de serpiente para El País.

Ahora bien, cuando ese regurgitador de noticias que es Gregorio Belinchón se enteró de que Serra se iba a llevar el premio gordo del festival suizo, en seguida empezó a mover la maquinaria publicitaria. No era Javier Bardem, pero menos da una piedra:
Es recomendable leer las respuestas a este tuit para que vean cómo los usuarios se toman a guasa a este periodista. Lo cierto es que no fue el único en anunciar las buenas nuevas. Un montón de periodistas y cinéfilos catalanes anunciaban un día histórico para el cine de la tierra. ¿Qué sería, qué sería? Parece que había un embargo para no dar el palmarés antes de que lo anunciasen oficialmente, pero la mayoría no se aguantaban e iban cebando a sus followers como hacen en Punto Pelota, a pequeños traguitos. Y entonces llegó Heredero y acabó con toda la hipocresía:
¡Zas! Un montón de tuiteros cebando la gran noticia, esperando con sus tuits listos para la hora mágica y llega el director del Caimán y les destroza la noticia. El trolleo más magistral del verano. Evidentemente, a Belinchón no le gustó que se le adelantasen (porque vive de anunciar cosas y si es antes que nadie, mejor) y en seguida protestó...
Esto viene del periodista que anunció el premio a mejor actor de Cannes para su amado Javier Bardem un día antes. Evidentemente, se lo recriminamos y él se justificaba diciendo que en el festival francés no había embargos. La ética periodística es lo de menos. 

¡Pobre Belinchón! Le quitaron la exclusiva de la victoria de esa película que El País ni siquiera había creído necesario comentar. Y eso que le dedicó un artículo a un documental suizo. Eso sí, el diario global en español no faltó a la cita con la historia y a las 21:40 del 17 de agosto ya estaba subida la crónica de la entrega de premios, escrita por Rodrigo Carrizo Couto. Pese a ser una crónica sumarial, parece que el periodista se niega a hacer una simple nota de prensa y añade apreciaciones personales en la mejor tradición belinchoniana, esa de mezclar la información con la opinión con disimulo. Primero: «Locarno confirma con este premio su reconocida querencia por las cinematografías más áridas y experimentales», que demuestra la gran confusión que hay en los medios tradicionales acerca del concepto experimental en lo referido al cine. Y segundo: «Durante la gala de cierre, el premio a Serra fue silbado por el público asistente». Una información fundamental para el lector. Bueno, para dejarle claro que la película es de esas raras experimentales que solo gustan en festivales. Árida, experimental y silbada. A mi me han contado algunas personas presentes en la gala que no hubo silbidos, así que siendo ambas visiones subjetivas, me inclino (y esto también es subjetivo) a pensar que el que silbaba era el propio corresponsal de El País. Es más, si, como dice él, en Locarno hay una querencia por las cinematografías más áridas y experimentales, ¿cómo van a silbar a Serra? ¿En qué quedamos?

Cineastas áridos y experimentales. Españoles solo cuando ganan premios
¿Se acuerdan de las dos películas que Carrizo defendía como las mejores del certamen? Short Term 12 y Gabrielle. Ambas fueron premiadas, la primera con el premio a la interpretación femenina y la segunda con el temible premio del público, que para el cronista es el «prestigioso». De la primera dice que fue «una de las películas que puso de pie a la Piazza Grande». Ya ven cómo queda claro el contraste con Serra. Y eso que había que celebrar el día histórico del cine español. Más que celebrarlo, le sueltan una patada en la entrepierna. En el último párrafo, destaca también el premio de Lois Patiño en la sección Cineastas del presente. Aquí no hace valoraciones, ¿la habrá visto?

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Poco después del desastre de Locarno, alguna mente pensante de El País consideró necesario contraatacar. Esto de dejar que ganen los cineastas «áridos y experimentales» sin oponer resistencia no se puede permitir. Así que sacaron este bodrio escrito por Elsa Fernández-Santos sobre lo que denominaron la Nueva Comedia Española. Miren cómo empieza: «Familias muy españolas y muy desestructuradas, científicas pechugonas amenazadas por los recortes (y por la soltería), personajes marginales, como un hombre que sale de la cárcel y deambula por el extrarradio buscando un hueco por el que reengancharse a la vida normal, y muchas bodas (recuerden, una de las escasas industrias emergentes en nuestro país) y sí, un partido de fútbol (esta vez de verdad mítico)». No me queda claro qué es peor, si lo de «familias muy españolas» como una afirmación, como si todo el mundo supiese perfectamente a qué se refiere solo con enunciarlo; lo de «científicas pechugonas amenazadas por los recortes» (supongo que recortes económicos -el artículo lo firma una mujer, imaginen lo zafio del asunto-); o lo del partido de fútbol «esta vez de verdad mítico», así sin comas, signifique lo que signifique. Pero ya saben que un periódico comprometido como El País, un diario de izquierdas, progresista y moderno, eso de las científicas pechugonas es demasiado burdo. Así que añade: «el humor trasciende su poder de mero antídoto para erigirse como termómetro de nuestra maltrecha sociedad». Tomaaaaaaaaaaa.

No hay boda, pero por lo demás podría ser NCE
Esto de la nueva comedia española es un invento de El País que no agrupa absolutamente nada, más allá de la gente que hace comedias industriales y comerciales, y que, como tales, se acercan al cine americano. Así, mezclan tres directores que no tienen nada que ver: Juan Cavestany (Dispongo de barcos), Javier Ruiz Caldera (Spanish Movie) y Daniel Sánchez-Arévalo (Gordos). Dentro del propio artículo, Borja Cobeaga ya señala la sinrazón de El País: «no se puede hablar de nueva comedia porque se trata de movimientos demasiados dispersos». Los motivos comunes del diario para hermanarlas son las bodas y las mujeres de tetas grandes. ¡Olé! Javier Ruiz Caldera nos da más pistas: «Hay mucha emoción, mucha gente y mucho alcohol». Como ya señalaba más arriba, otro de esos puntos en común (si se le puede llamar así) es la referencia a la comedia americana. Ruiz Caldera lo tiene claro. Bueno, más o menos: «Adoro a Billy Wilder, a Berlanga, a Woody Allen… y a la generación de los ochenta y noventa de la comedia española. Pero sobre todo a los Farrelly, a la factoría Apatow y, claro, a Alexander Payne». No lo veo demasiado conciso. Yo añadiría a Ernst Lubitsch, Howard Hawks, Jerry Lewis, Albert Brooks, John Waters, el Saturday Night Live, el pressing catch, Faemino y Cansado, José María Aznar, los Morancos, Adam McKay y los chistes de Lepe. Solo para que le quede claro al lector. O mejor aún, me quedo con la frase final que cierra el artículo, del maestro Paco León: «Comedia es todo». O, lo que es lo mismo, nada.

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En la línea de El País, el Caimán publica otra delirante lista de cineastas adscritos a lo que llaman "Nuevo / Otro cine español". Ya el título muestra lo confuso de la selección, pero más aún si vemos que se trata de un listado de... ¡¡52 directores!! Yo hubiese llamado a la lista The New 52, por eso del valor publicitario. Podría enumerarlos todos aquí, pero sería más fácil decir quienes no están. Por ejemplo, ¿por qué están directores con una carrera ya asentada con varios largometrajes como Isaki Lacuesta,  Manuel Martín Cuenca o Pablo Llorca, pero no Ángel Santos, autor de un único largometraje, Dos fragmentos / Eva, desgraciadamente poco visto en nuestro país y aún menos reivindicado? Bueno, recuerden que durante el festival de Cannes, Heredero celebraba en twitter la exclusiva caimanesca de la presentación del teaser poster de Caníbal (la nueva película de Martín Cuenca). ¡El teaser poster! Pablo Llorca escribió en un número de Caimán, una entrevista con Manoel de Oliveira a propósito de su centenario. E Isaki Lacuesta fue portada de la revista y le han dedicado varios reportajes. En mi opinión, es una forma de seguir vendiendo el producto. No entiendo cómo Heredero no metió también a Jaime Rosales. O a Manuel Gutiérrez Aragón.

La sensación es que han metido todo lo que les gusta (aunque repito: no estamos todos, falta Rosales) y lo han juntado dentro de algo que llaman «impulso colectivo». ¿Cuál es ese «impulso colectivo» que une a Manuel Martín Cuenca, que hace películas industriales con actores españoles muy reconocibles (lo que no quiero decir que sea mejor o peor) con Xurxo Chirro, que creó Vikingland a partir de videos caseros y sin subvención estatal alguna? ¿Qué tienen en común Pablo Berger con Santi Fillol? ¿Óliver Laxe con Carlo Padial? ¿Norberto Ramos del Val con Carla Subirana? Y, por supuesto, no hay nada de malo en que no tengan nada en común. Ni esas diferencias hacen que unos sean mejores que otros. Simplemente es bastante inútil tratar de agruparlos en un grupo común y encima tratar de justificarlo a base de conceptos como lo del «impulso colectivo».

Leyendo el sumario, parece que afinan un poco más, destacando a nueve cineastas. Quitando a Martín Cuenca, a Alberto Morais y a Mar Coll, que yo creo que hacen otra cosa (sin entrar en valoraciones), el resto sí que podrían tener una mayor relación, al menos en cuanto a su forma de trabajar y a la gestión de los medios, aunque creo que la nueva película de Fernando Franco será un drama con una forma más convencional (de nuevo, sin que ello sea necesariamente malo). De todas formas, yo en Caimán echo de menos una apuesta más fuerte por un estilo más determinado, en lugar de estas decisiones salomónicas. Entiendo que dentro de la revista pueda haber un interés divulgativo, pero estamos hablando de crítica de cine y eso tiene siempre algo de elección (¿por qué esta película y no esta otra?). No creo que haya nada de malo en ello. Tratar de abarcarlo todo te acaba llevando, como en el caso de Paco León y la NCE, a la inconsistencia. Hacia la nada.

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En los telediarios de Julio Somoano (esos que pagamos entre todos y que existen como servicio público) rara es la vez en la que hablan de cine que no sea ni americano ni español. Durante el festival de cine de Locarno, dedicaron un solo corte al certamen. Tampoco voy a decir que Locarno sea el festival más importante del mundo y necesite una cobertura importante por parte de un telediario generalista (algo que no hacen ni con Cannes), pero siendo pleno agosto, sería preferible que diesen algo de información y no las típicas chorradas sobre verbenas veraniegas para despertar la sonrisa del espectador.

Aún así, en ese único corte, no hablaron de ninguna película. Ni americana, ni española ni de ninguna otra parte. El cine es lo de menos. Lo importante son las estrellas, el glamour. Los premios honoríficos ocupan todo el espacio informativo. Faye Dunaway, Victoria Abril (haciendo el ridículo, como siempre) y Christopher Lee. Sin noticias de Werner Herzog y Otar Iosseliani.

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Para cerrar con Locarno y no irnos con mal sabor de boca, Gonzalo de Pedro realiza un repaso más exhaustivo a la participación española en el festival. Demuestra conocer las películas y los autores, yendo más allá de la nota de prensa y valoraciones ad-hoc.