martes, 11 de marzo de 2014

Off-topic de Titadyn


Hoy, 11de marzo, un post especial al calor de lo leído y escuchado estos días sobre el aniversario del atentado de Madrid. Ya sé que no es de cine y que no actualizo mucho el post, pero me apetecía escribirlo y creo que tiene que ver algo con temas del blog, especialmente la podredumbre actual del periodismo español. Es algo inconexo porque se ha ido gestando desde ayer y he ido incorporando cosas, pero tampoco veo necesario mejorarlo.

«Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi»
Al final de Watchmen, el magnífico cómic de Alan Moore y Dave Gibbons, es un muy cuestionable periódico ultraderechista el que queda como único capaz de revelar la verdad sobre toda la conspiración urdida durante la historia. Este final paradójico seguramente molestó a mucha gente, ya que dejaba a la ultraderecha como salvadora de la democracia y la verdad, aunque fuese involuntariamente. Algo que muchos izquierdistas biempensantes jamás podrían aceptar, y más en estos tiempos de campañas globales

Mencionar esto en un artículo sobre el 11-M quizás ya me genere muchas enemistades. Evidentemente, no creo que la teoría de la conspiración de El Mundo y otras plataformas de la derecha más freak fuese a ayudar a nuestra democracia. El principal problema de la famosa teoría de la conspiración es que nació con un fin: demostrar que todo había sido una campaña mediática, apoyado por miembros de los cuerpos de seguridad del Estado y del poder judicial, para echar al Partido Popular del gobierno. Y sobre esa idea orbitó toda la investigación. No, no era periodismo de investigación, sino de justificación. Cada vacío de la causa, cada cosa que no estaba clara, era una pieza más de la conspiración. Si alguna cosa no cuadraba, se obviaba o se reconsideraba de manera que encajase. Se acusó y vilipendió a mucha gente. Y, para mi lo peor, se fijó una insoportable presión mediática sobre diversos personajes públicos. Dos de ellos, la víctima Pilar Manjón o el juez Javier Gómez Bermúdez, seguramente cometieron alguna equivocación que fue utilizada vilmente en su contra. Equivocaciones que no se hubiesen producido o hubiesen sido fácilmente olvidadas, de no ser por la campaña de desprestigio, por la persecución de algunos medios de alimentar el morbo y el sensacionalismo informativo.

Si lo dice Trashorras, debe ser verdad
Yo no estoy completamente en contra de las teorías de la conspiración. En EEUU es un género. La muerte de Kennedy o el caso Watergate son dos temas que han dado a un montón de ficciones y siguen generando gran cantidad de literatura. Algunas son pura fantasía, otras despiertan interés y algún dato relevante. El problema en este caso no creo que fuese las tramas paranoides que se montaron, sino querer ver en ellas un plan de ruta. Poner el título antes de investigar. Así no se puede construir nada coherente. La intención no era descubrir la verdad, sino crear la suya propia. Ya no me voy a meter en los medios de la derecha freak, porque sería como discutir sobre física cuántica en Star Wars, pero sí en algún caso de El Mundo, como este.

También en su día dieron la vuelta al mundo (bueno, a España, no nos demos tanta importancia) la entrevista en portada del periódico de Pedro Jota a José Emilio Suárez Trashorras, el minero asturiano que proporcionó el Titad... uy, la Goma 2, quiero decir, a los terroristas islámicos. La entrevista es una vergüenza. La construcción de la misma es hollywoodiense y disparatada. Trashorras era drogadicto y esquizofrénico, pero eso no frenó a Pedro Jota y su miniyo, Casimiro García-Abadillo (hoy director de El Mundo), en su campaña. Porque lo que decía este terrorista apoyaba su tesis. Evidentemente, el resto de los medios de comunicación criticaron esta entrevista, considerándola despreciable. Era inconcebible que un medio con tanta influencia como este diese espacio, y en su portada, a un delincuente como este, artífice de una de las mayores desgracias ocurridas en este país en el último siglo.

Todos estamos de acuerdo en que esto fue censurable, ¿no? Bueno, parece que todos no. Porque diez años después la mayoría de medios que se llevaban las manos a la cabeza por la infame entrevista, se hacen eco ahora de otra entrevista al sucio Trashorras donde dice justamente lo contrario. Que todo lo hizo para contentar y dar peso a la visión de los Pepe Gotera y Otilio del periodismo español. Parece ser que ahora este hombre ya no es un terrorista, ni esquizofrénico, ni drogadicto. Lo que dice, palabra de santo. Personalmente, ni antes ni ahora. Ni una línea más para una persona directamente responsable de una de las mayores masacres de nuestro país. Aquí tienen al rigurosísimo y comprometidísimo El Diario revolcándose en el fango. Muy explicativa la carta adjunta, donde Trashorras lo confiesa todo, que parece escrita por un niño de siete años. Este hombre tuvo en jaque a la redacción de El Mundo durante años.

Estos días, la campaña contra El Mundo está siendo violenta y agotadora. Los artículos de investigación no están destinados a que el lector comprenda mejor lo que pasó ese día, sino en explicarle que lo que dijeron la tropa de Pedro Jota era una mentira. Esto incluso se ha colocado por encima del recuerdo y el homenaje a las víctimas, de ahí que de las entrevistas a los representantes de asociaciones se destaque principalmente frases que apoyan esto. No digo que El Mundo no se lo merezca. Se merece el escarnio los 365 días del año. Pero precisamente concentrar estos ataques el día del aniversario no es más que una maniobra publicitaria bastante discutible.

Lo que demuestra esto es que lo que molesta de El Mundo no es el tipo de periodismo basura que realizan. Es simplemente que es el enemigo, y no puede haber piedad hacia él. Las tácticas para acabar con él son, curiosamente, las mismas que ellos utilizan. El caso Trashorras sin ir más lejos. Aquí no hay periodismo, simplemente intercambio de golpes. Llega con ver la evolución de El Mundo en el tratamiento del 11-M. Al principio estaba claro que era una conspiración perfectamente urdida. Luego su investigación era un servicio público que ayudaría a desentrañar lo que de verdad pasó aquel día. Y ahora ya son solo pequeñas cosas sin resolver, rincones en los que se acurrucan cientos de ideólogos, cada vez con menos sombra en la que esconderse. Vamos con un ejercicio de hipocresía de Arcadi Espada. He de reconocer que casi nunca lo leo, porque además de inane me parece que escribe muy mal, de manera plana, sin interés y de un academicismo de regla y cartabón. Pero hoy hice una excepción: «Pero lo interesante de la matanza de Madrid es la ausencia de autor a secas. No su ausencia judicial, desde luego; sino su ausencia social. Hay solventes hipótesis fácticas que iluminarían los detalles de este vacío. Una encuesta, por ejemplo, que anotara el tanto por ciento de españoles capaces de dar el nombre de uno solo de los asesinos, como darían el de Mohamed Atta». Esta acusación contra la justicia española, poniendo como ejemplo a la americana se desmonta en dos segundos, lo que tardas en enunciar un sonoro: ¿Quién mató a Kennedy, Arcadi? La justicia americana no ha podido o querido desvelar este misterio y ya hace más de cincuenta años. Matar a un presidente y que nadie te pille es mucho más difícil que poner una mochila en un tren y bajarse en la siguiente estación. Aún así, no hay autor intelectual del asesinato de Kennedy. Tampoco, de momento (ojalá algún día se sepa), del 11-M. Ah, ese viejo tópico del mal (auto)denominado liberalismo español que piensa que en Inglaterra y EEUU hay un Estado racional que funciona con la exactitud de un reloj, y que siempre nos echan en cara para versar los males de España (especialmente de la izquierda). Como dije antes, el periodismo actual consiste en eliminar lo que no nos interesa y repetir hasta la saciedad aquello que nos da un poco de razón. Sigue el descalabro con: «yo no habría visto mal algo de antislamismo. Como no veo mal el antinacionalismo ni el antifascismo ni el anticomunismo». Aquí equipara islamismo y nacionalismo con el fascismo y el comunismo, con lo que viene a decir que un buen musulmán trabajador que va todos los días a la Mezquita y se comporta como un buen ciudadano es lo mismo que un skin head que se dedica a dar palizas a vagabundos. El islamismo no tiene por qué ser algo malo. Sí el fundamentalismo o el terrorismo islámico, que es lo que se puede comparar con el fascismo. Precisamente, pedir que hubiese un poco de antislamismo es reducirlo a los bajos instintos. Recuerdo, poco después del fatídico 11 de marzo, una viñeta donde una mujer se encontraba en el metro con un magrebí que llevaba una mochila y decía para sí misma lo mucho que se criticaba por siquiera pensar que ese hombre, inocente, podría ser un terrorista. Eso es hacia donde nos llevan argumentos como los de Arcadi Espada ese «un poco de antislamismo» a pensar que todo árabe con chandal y mochila, que se comporta de manera introvertida es un terrorista. O pensar que toda persona que se declara nacionalista tiene como objetivo primordial en su vida odiar a España y acabar con ella. La última frase de este nefasto artículo es lapidaria: «Y ha sido por estos coloquios españoles que la matanza de Madrid aún vaga macabra en busca de su autor». Empezando por el tuyo.

Tranquilo Federico, todos tenemos una foto así...
Otro inasequible al desaliento es Federico Jiménez Losantos, que en su propio medio de (auto)propaganda dio lugar a los mayores disparates. No voy a enlazar ninguno porque sería darle visitas. Para lo que quiero señalar, nos llega con su artículo en El Mundo. Comienza con aparentes buenas maneras diciendo que «tiene mucha razón Casimiro en que diez años después del 11-M y por respeto a las víctimas todos debemos reconocer nuestros errores». Alguno pensará que acto seguido se dedicará a pedir perdón, ya no digo por los errores (los periodistas no los cometen nunca, son los lectores y enemigos que malinterpretan), sino por algunas imprecisiones. Nada de eso. Se dedica a señalar los errores... ¡de los demás! Con lo cual le tira también un poco de mierda al director del periódico en el que escribe. Tiene un momento de debilidad con el «Falsa era el arma del crimen de la sentencia, la «goma 2 ECO y vale ya», que, al menos en parte, era Titadyn, según la prueba pericial ordenada por Bermúdez para remediar el desastre del instructor». En ese en parte referido al infausto Titadyn hay un atisbo de duda, de pedir perdón en bajito, cuando hace años lo que estalló en los trenes olía a Titadyn desde Valladolid. O más allá de desiertos remotos y montañas lejanas, que diría el expresidente del gobierno José María Aznar, otro que ha pasado por el trauma de los atentados levitando, como si no fuese con él la cosa, apoyándose en este tipo de teorías.

Pero la bomba es el artículo de Casimiro García-Abadillo, miniyo de Pedro Jota elevado a los altares por los dueños italianos del diario. Como todo clon de su superior, García-Abadillo es una copia mala y que compensa su falta de talento con dosis de manipulación e hipocresía (aún más). Se atreve a decir que fueron «los errores de gestión por parte del Gobierno de Aznar y el aprovechamiento electoral de la masacre por el PSOE, fueron el origen de la polarización en la interpretación de los hechos». No, no, en todo caso, esos errores y ese aprovechamiento electoral fueron lo que alimentaron vuestra teoría conspirativa. Y esta última, a su vez, el origen de la polarización. Dice que «la cúpula de las fuerzas de seguridad y la Fiscalía se empeñaron en poner la conclusión por delante de los hechos», pero sin embargo, las investigaciones de El Mundo siempre fueron inocentes y nunca tuvieron unas líneas editoriales que no se debían romper. Claro, claro. Por eso mismo dice «EL MUNDO puso en duda que el explosivo utilizado fuera Goma 2 Eco (como sostenía la Fiscalía y el juez instructor) y, en efecto, tras las pruebas periciales lo que estableció la sentencia es que lo que estalló en los trenes fue una mezcla de Goma 2 Eco y Goma 2 Ec». Es decir, que años y años de editoriales maliciosos, de acabar con el prestigio y la carrera de mucha gente, todo para defender que los explosivos no eran Goma 2 Eco, sino una mezcla de Goma 2 Eco y Goma 2 Ec. ¿Es cosa mía o esto es un auténtico disparate? O este hombre está completamente tarado o lo estoy yo. Dice que es justo reconocer los errores, pues estaría bien comenzar diciendo que su campaña de descrédito por el tema de los explosivos fue disparatada e injusta. En lugar de eso, se escuda en que algo de razón tiene, en que los explosivos no eran Goma 2 Eco, sino Goma 2 Eco y un poquito de algo más. Años de calumnias por eso. Haber descubierto ese poquito de Goma 2 Ec justifica años de ataques y acusaciones. Debería darle vergüenza decir eso de «quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra», cuando su periódico se limita a lanzar multitud de piedras y luego, cuando le dan a un culpable, colgarse medallas. «Nuestra intención es seguir indagando en la búsqueda de la verdad, como haríamos con cualquier otro acontecimiento» es un comentario cuando menos cuestionable. Algún día me detendré en analizar cómo El Mundo trata las noticias referidas a Telefónica y ver si esto tiene alguna influencia.

A pesar de todo esto y negando por completo el interés e importancia a ataques personales a determinados actores de este drama que fue el 11-M, creo que las teorías de la conspiración obligaron a la justicia a dar lo mejor de sí mismos. No estoy diciendo que indirectamente fuese bueno, pero creo que la documentación generada (la judicial, la que crearon pirados y buscavidas, ni comentarlo), las investigaciones realizadas no solo aporta luz a los hechos, sino que permitirá ampliarlo en el futuro y ayudar a otras investigaciones. En España, muchos procesos judiciales se suelen cerrar de manera polémica (pienso en la trama valenciana de la Gürtel y ya veremos que pasa con Bárcenas y Urdangarín), pero el 11-M fue riguroso y respetuoso hacia el sufrimiento de las víctima.

Lo que me molesta es que como ahora es una realidad la cantidad de miserias y ataques que se escribieron por las páginas de El Mundo todos estos años, ahora el resto de medios pasen a pisotear lo poco que queda. Lo hicieron desde el primer minuto por intereses tan bastardos como los de El Mundo y lo siguen haciendo ahora, como si fueran los depositarios de la razón y del buen periodismo. Sus tácticas son similares (que no iguales). Muchos de ellos han trabajado o trabajarán en El Mundo, porque los intercambios de cromos son habituales. Pero les da igual, lo importante es alimentar la confrontación y fanatizar al lector. Creo que Moore, con el final de Watchmen, criticaba un mundo en el que se movía él, donde el progresismo biempensante pensaba que cualquier táctica que realizaban era correcta y los que representaban el mal, jamás podrían hacer, directa o indirectamente, algo bueno. Un mundo dominado por el maniqueismo.

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El antiguo director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, sobrevive en la esfera mediática como celebridad de Twitter. Tal es su endiosamiento que en ocasiones hasta se refiere a sí mismo en tercera persona. Sin ninguna responsabilidad como editor/director del diario, ya se permite ser abiertamente irresponsable. Ahí van unos tuits:

 Y aquí de nuevo, la interpretación malicioso. Las pistas falsas no fueron errores, ni investigaciones que llevaron a ninguna parte. No, fueron parte de una conspiración con un objetivo claro. Jueces, policías y fiscales no están errados, no, están impidiendo que se conozca la verdad. Sin embargo, en El Mundo todo se hizo sin ningún interés y ninguna malicia. Todas las teorías están perfectamente justificadas.
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2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con tu texto, pero una parte me provoca dudas. Si, como se ha demostrado, El Mundo pagó a Trashorras para que mintiera, ¿no crees que hay que contarlo? Es cierto que entre los medios hay una enorme rivalidad, como en todas las facetas del capitalismo, ¿pero qué es más apropiado? ¿no denunciar esa maniobra asquerosa para no hacer competencia desleal? ¿Elegir otro día para publicarlo, otro día en que la gente esté menos sensible que el día del décimo aniversario? A mí me crea un dilema, la verdad. Prefiero que esas actitudes mezquinas no queden impunes. Quizá deberían demostrar ese pago a Trashorras y dejarse de cartitas.

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    1. Si tienen una factura o una prueba de la transacción, que la publiquen. Lo que no puede ser es que le den cancha a Trashorras simplemente porque les interesa. Porque esas "informaciones" vienen una entrevista exclusiva a El confidencial (creo) del propio terrorista. Es decir, la misma táctica. ¿Quién nos dice que no está haciendo lo mismo? Yo veo a un Trashorras cambiando de declaración cada poco tiempo, haciendo bailar a los medios de comunicación y cobrando por entrevistas. Menuda gentuza.

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